Menú Cerrar

La industria del libro en Argentina movilizó $3.000 millones en el 2012

Por las menores importaciones y exportaciones, el déficit comercial se redujo un tercio. El 84% de la distribución se concentró en el área metropolitana de Buenos Aires (Amba), mientras al interior se destinó el 16% restante (Neuquén, 0,4% y Río Negro, 0,2%).

La producción de libros disminuyó un 4% durante el año pasado respecto del 2011, llegó a 26.637 títulos frente a 27.365; también se observó que en el 2012 se editaron casi 97 millones de ejemplares, lo que significó una baja del 9% respecto del año anterior –cuando se llegó al récord de 106 millones– y las ventas sumaron unos 3.000 millones de pesos, según la Cámara Argentina del Libro (CAL).

Por las menores importaciones (debido a las restricciones) y exportaciones, el déficit comercial se redujo en un tercio, comparando lo ocurrido en el 2012 con el 2011. Las presiones ejercidas por el gobierno nacional, a través de la Secretaría de Comercio Interior (SCI), para limitar las compras en el exterior habían comenzado a advertirse en el 2011, cuando se estimó que las provenientes de China, Chile, Uruguay y Colombia representaban casi el 80% de los vendidos en el país. La limitación implementada por la Dirección General de Aduanas (DGA) se basó en la resolución 453/2010 de la SCI –luego instrumentada por la disposición 26/2012–, supuestamente para monitorear la cantidad de plomo en la tinta utilizada en las publicaciones y en los materiales. Exigió entonces a los importadores que presentaran certificados ante la Dirección Nacional de Comercio Interior; las declaraciones juradas anticipadas de importación (DJAI), y las autorizaciones para las compras en el exterior fijadas por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). En realidad, lo que se buscaba era equilibrar la balanza comercial.

Cuando en los depósitos se acumulaban más de un millón de libros, Moreno decidió, en marzo pasado, que la DGA no interviniera más en las importaciones de libros y revistas de particulares que arribaran por el servicio aeropostal expreso «para uso del destinatario y no superaran los 30 kilogramos y su finalidad no fuera la comercialización». Para las importaciones de las editoriales, se mantuvo vigente el régimen vigente desde el 2011, cuando se fijaron cupos y la obligación de informar los libros que se traían al país. Como suele suceder, Moreno no atendió las quejas de editores alemanes, británicos y españoles por las demoras en que se aprobaran los ingresos.

La CAL señaló que el 83% de los libros se hizo en papel y el 17% en soporte digital. Pertenecían a la categoría «literatura argentina» 5 de cada 10 libros de literatura, que representó el 14% del total.

Durante el 2011, la facturación por las ventas de unos 48 millones de libros ascendió a 2.700 millones de pesos, correspondiendo el 22% a ficción y el 14% a no ficción.

Había el año pasado 500 editoriales, distribuidores y librerías y 370 editoriales publicaron el 45% de los títulos denominados «comerciales». Mientras las multinacionales realizaban tiradas de 5.000 ejemplares, las pequeñas y medianas (pymes) hacían inicialmente entre 1.500 y 2.000. Del precio de tapa, el 15% era el costo industrial; del 10% al 15% al derecho de autor, el 25%-30% a la editorial y el 40% al canal de venta.

El 84% de la distribución se concentró en el área metropolitana de Buenos Aires (Amba), mientras al interior se destinó el 16% restante (Neuquén 0,4% y Río Negro 0,2%).

Los casi 97 millones de ejemplares editados el año pasado se distribuyeron tanto en el circuito comercial como en dependencias oficiales, especialmente el Ministerio de Educación de la Nación.

La Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (Faiga) destacó que la participación de las impresiones locales ascendió en el 2012 al 82% y las extranjeras al 18% restante, en tanto en el 2011 unas y otras fueron del 39% y el 61%, respectivamente. Esto fue consecuencia de que las editoriales acataron, en octubre del 2011, lo «solicitado» por Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, para que equilibraran la deficitaria balanza comercial. Las alzas de los costos por los precios del papel, los pagos de derechos de autor y gastos de comercialización –obligaron a grupos editores a contratar servicios en otros países, como China– hicieron que si bien las facturaciones de las importaciones se redujeran el 45,6% desde el 2012 en relación con el 2011 (el año pasado sumaron 66,5 millones de dólares), las exportaciones subieron el 8% hasta 43,6 millones. En Faiga estimaron que las empresas del sector invirtieron, en el 2012, unos 165 millones de dólares para responder a la mayor demanda, de los cuales 113 millones fueron destinados a la adquisición de impresoras.

La consultora Promage efectuó un relevamiento mensual, desde abril último, de los precios promedio en dólares de los libros en los principales países de la región sobre una selección inicial de 11 títulos y llegó a la siguiente conclusión, teniendo en cuenta lo ocurrido en 9 meses del 2012:

• Brasil tuvo los precios más bajos en 8 de los 11 títulos; los 3 restantes pertenecían a escritores latinoamericanos.

• En la Argentina los precios eran el 70% más caros que en los países donde se registraron los mínimos y el 20% de aquellos donde alcanzaron los máximos.

• Colombia, México, Perú y Uruguay no reflejaron variaciones en ninguno de los títulos de la muestra medidos en las respectivas monedas, algo que sí ocurrió en la Argentina, Brasil y Chile.

• De las tres naciones que incrementaron los precios, únicamente la Argentina lo hizo para todos los títulos. A su vez, Chile y Brasil exhibieron subas y bajas.

• Aunque Chile aplica a los libros un impuesto del 19%, tuvo los precios más elevados en 4 de los 11 títulos. Luego figuraron Uruguay, con 2, y la Argentina, Brasil, Colombia y Perú, con uno en cada caso.

El Ministerio de Educación de la Nación anunció una inversión de 400 millones de pesos para la distribución de más de 13,3 millones de libros en escuelas públicas de todo el país, algo que se espera concretar en la primera parte del año. Involucra a unos 960 autores clásicos y contemporáneos, de los cuales 660 son argentinos; intervienen 77 editoriales (59% nacionales), 35 imprentas, 10 imprentas con talleres de encuadernación y 30 talleres de encuadernación y cosido. Se recordó, además, que desde el 2003, esos establecimientos recibieron 54 millones de ejemplares. Desde la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) señalaron que la citada cartera favoreció al segmento editorial de las pymes. También se subrayó que los Estados Unidos, Europa y Brasil cuidaban sus respectivas industrias nacionales.

La piratería siguió existiendo. La producción y las ventas de libros falsificados siguieron creciendo en los últimos años y alcanzaron a alrededor del 10% del total de los editados en la Argentina. Provocaron una pérdida global para la industria de alrededor de 10 millones de dólares anuales, de acuerdo con la CAP y se estimó que anualmente superaron el millón de ejemplares. Los 10 escritores argentinos más falsificados fueron: Federico Andahazi, Gabriel Rolón, Bernardo Stamateas, Felipe Pigna y Luis Majul y las editoriales más afectadas fueron Planeta, Alfaguara, Sudamericana, Siglo XXI y Urano. El secuestro de más de 140.000 libros falsos a fines del 2010 en un depósito ubicado en el barrio porteño de Floresta fue el más importante realizado en la Argentina. Esto dio lugar a que el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 6 de la ciudad de Buenos Aires, a cargo de Rodolfo Canicoba Corral, dispusiera en febrero pasado el procesamiento y embargo de siete personas. Se acreditó la reproducción, almacenamiento, distribución y comercialización de copias ilícitas con marcas registradas falsificadas, sin la debida autorización de quienes ostentaban los derechos de las mismas, infringiendo las leyes 22362 y 11723.

«BookCrossing» surgió en los Estados Unidos, en el 2001, como un círculo de lectores de la era digital y a nivel global, pero con una diferencia: ellos «pierden», liberan o dejan sus libros, cuyos propietarios probablemente no volverán a leer, que dejan en las calles, plazas, trenes, subterráneos o cualquier sitio público de gran afluencia de personas. Pronto se dispersó por todo el mundo con ayuda de internet. Últimamente, hay más de 850.000 personas en todo el mundo –4.716 miembros en la Argentina en Buenos Aires, Córdoba capital, La Plata y Rosario– que se denominan «BookCrossers» y muchos de los más de seis millones de libros registrados se intercambian se define.

Fuente: http://www.rionegro.com.ar/diario/la-industria-del-libro-en-la-argentina-movilizo-3000-millones-en-el-2012-1118601-10944-notas_eco.aspx

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *